
Nikon D300 + AF NIKKOR 50mm
50 mm
f/1.8
1/80 s
ISO640
EXP 0
Para mi «foto del día» de hoy, me detuve en el simple, pero poderoso, acto de una vela encendida. En medio de la oscuridad circundante, que se difumina en un fondo suave, esta pequeña llama se convierte en un punto de anclaje.
Hay una magia intrínseca en el fuego. Su luz no solo ilumina, sino que también calienta y calma. Es un recordatorio de que, incluso cuando el entorno parece incierto o abrumador, siempre podemos encontrar o encender nuestra propia fuente de luz interna.
Esta vela representa la esperanza silenciosa y la resistencia suave. No grita, no exige, simplemente es. Y con ese sereno resplandor, disipa la negrura y proyecta una luz dorada que nos reconforta. En la prisa del día, recordemos la belleza de un momento de quietud, donde una pequeña llama es suficiente para cambiarlo todo.
Deja una respuesta